miércoles, 9 de junio de 2010

Un fin de semana de contrastes



Con miras a escapar del ruido y la contaminación que abunda en la ciudad, me traslade el pasado fin de semana a un rinconcito del cibao llamado Gaspar Hernández. Aunque no es el típico pueblo tranquilo y donde se respira paz y tranquilidad por doquier, se nota la diferencia con la capital.

Algo que me llamó la atención en mi estancia en Gaspar Hernández es el paisaje rural donde se destaca el contraste entre el llano y las montañas. Además, es un pueblo con un ubicación geográfica privilegiada, ya que queda muy próximo a Puerto Plata y Río San Juan, por tanto la playa le queda bastante cerca. Y fue justo aprovechando esa cercanía con la mar que me traslade la noche del sábado a Cabarete, donde fui con mis amigos José Vicente, Edita y mi tocayo Juan, quien visitaba por primera vez nuestro país, ya que este último es español.

En este viaje también pude visitar un lejano paraje llamado El Estrecho de Luperón, perteneciente al municipio de Sosua de Puerto Plata. En este lugar pude volver a tener contacto con dos cosas que para mi pertenecían al pasado, esto es, una letrina y un fogón de leña. Esos dos elementos son una constancia de que en muchos campos de nuestra amada Quisqueya aún hay sitios donde esperan la llegada de los adelantos tecnológicos que tanto cacarean nuestros políticos.

Otro acontecimiento que llamó mi atención fue el empeño de una señora de unos 70, porque la fueran a recoger a la casa donde se conmemoraba el primer aniversario de la muerte de una hermana. Su preocupación era que el río que tenía que atravezar para llegar a su casita, amenaza con crecer, y ante la ausencia de un puente, ella tenía que pasar en un rudimentario bote. Caramba, cosas que pasan en nuestro país.

El lunes temprano prepare mi mochila y volví a la capital. En mi viaje de regreso tome una ruta poco usada para llegar a Moca, para de ahí tomar el autobus que me conduciría a la capital. El trayecto que tome me dejo muy impresionado. Era un camino ascendente entre altas montañas, donde el verdor y la frescura del clima hacían olvidar la incomodidad del carro en el que iba, el cual a pesar de tener una capacidad de cinco pasajeros, llevaba a bordo 11, así como lo leen, y que lastima que no pude inmortalizar ese momento en una foto.

Este ha sido un viaje de contrastes y de imágenes que permanecerán por mucho tiempo en mi mente, como fiel testimonio de que vivimos en una media isla llena de encanto y colorido natural.

1 comentario:

mariateresamorel.blogspot.com dijo...

Me alegra que la hayas pasado bien Juanmi, turismo interno en nuestro hermoso país, muy bien!
Lo del carro y los 11 pasajeros debió ser una tortura..jejeje, menos mal que los pasajes y la estancia valieron la pena. Saludos