Por Juan Miguel Hiraldo
Mucho llanto derramamos
Y con tristeza aceptamos,
Que nuestro amado Licey
Había sido destronado.
Salimos de aquel espacio
Que es el Valle de la muerte
Cabizbajos y silentes, como
El que va hacia un entierro.
El fanático aguilucho celebro
hasta amanecer, sin contar
que el cruel destino, una
trampa le tenía
y al felino enfrentaría
en sólo unos pocos días.
Y ya empezada la serie,
Vimos un Licey glorioso,
decidido y valeroso,
muy dispuesto a darlo todo,
para alzarse con el triunfo
que le habían arrebatado.
Con el deseo de venganza
que corría por sus venas,
vimos con confianza plena
la furia devastadora,
de un Licey que fue
dispuesto a llevarse
la corona.
No valieron los intentos
De las aves cibaeñas y
de lo demás equipos a los
que el glorioso enfrento,
casi a todos derrotó
y así queda demostrado
que a un tigre centenario
no hay ave que lo destrone,
por eso somos campeones y
no es por primera vez,
esta es la corona 10,
sin duda somos mejores.
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